[ad_1]
Bajo la pequeña lente de un microscopio, el órgano humano más grande se vuelve vasto y terrenal. Las características apenas perceptibles de la piel se agrandan: las arrugas son montañosas, las pequeñas heridas punzantes parecen cuevas y los parches escamosos se asemejan a las hojas de la flora prehistórica. Se podría perdonar a un espectador desprevenido por asumir que la palma de una mano o una parte de la mejilla eran paisajes.
En los óleos de Alejandra Moros, eso es exactamente lo que sucede. La artista a menudo representa a sus sujetos en un primer plano tan extremo que su escala y contornos se vuelven deliberadamente, surrealistamente indeterminados: ¿Son esos patrones decusados las arrugas de un dedo? ¿Es eso el verticilo de una oreja o el inside de una concha marina? En una imagen hay un mosquito insaciable, pero ¿sobre qué o sobre quién se ha posado? “La punta de la lengua, el puente de la nariz”, el título de la muestra de Moros en Spinello Tasks, hace referencia a las personas y los objetos cotidianos que pinta, pero se transforman por completo. Sus lienzos hiperrealistas se basan en fotografías de ella misma y de diversos íntimos, como vemos en un cuadro de una uña acariciando la cuenta de un collar (Desde arribatodas obras 2023), o unos mechones de cabello atravesando una oreja (hueso para recoger). De hecho, sus temas son desconocidos para nosotros, pero el cuidado con el que los presenta es obvio y palpable.
En estas obras, Moros utiliza una paleta bastante monocromática de azules, verdes, grises y un rosa atardecer, luego alisa sus superficies con un pincel seco. El efecto produce una neblina suave: comparable a ese momento en que cierras los ojos antes de inclinarte para el beso, cuando te acercas tanto a alguien que los límites que separan tus cuerpos se vuelven extraña y bellamente borrosos. Las personas son frecuentemente misteriosas, incluso aquellas que tenemos más cerca de nuestros corazones. Pero, como Moros deja en claro, los profundos afectos que nos unen a los demás, incluso en los momentos más pequeños, pueden sentirse tan grandes como el mundo.
[ad_2]